La pandemia ha convulsionado las cadenas de suministro mundiales a tal escala que pocas industrias, clases socioeconómicas o regiones son inmunes. La mayoría de los especialistas señalan que habrá que esperar al menos otros seis meses antes de volver a la normalidad. El estancamiento de commodities ha provocado escasez y retrasos que crean aún más trastornos en las fases posteriores de fabricación, obligando a los centros manufactureros a ralentizar la producción de productos acabados. Cuando los productos están listos para ser enviados, es difícil transportarlos sin problemas o conseguir transporte a bajo costo a través de las fronteras y de los océanos.
Para los consumidores, en tanto, la agitación ha puesto de manifiesto las enormes distancias que recorren los productos para llegar a sus puertas. Para las empresas que han pasado décadas construyendo redes de producción a nivel mundial, el debate se intensifica: acercar la fabricación a los consumidores o ver cómo los competidores menos extendidos en su cadena de suministro logran prosperar aún más en este entorno.
Lo que ha sucedido en los últimos seis meses probablemente esté convirtiendo la deslocalización en algo real.
Pero acortar las cadenas de suministro lleva años y grandes inversiones. Minimizar las amenazas, como los brotes de enfermedades o las catástrofes naturales, es el camino más probable que eliminarlas. La reducción del riesgo es el nombre del juego en este momento, pero tampoco es tan fácil.
Debido a que las líneas de suministro de la economía mundial no logran seguir el ritmo, se comienzan a percibir una amplitud de efectos de la crisis, algunas de ellas son las siguientes:
Escasez de oferta en el retail, como materiales de construcción , artículos deportivos y para el hogar.
Las compras por Internet han supuesto una enorme presión sobre los suministros durante las cuarentenas resultantes de la propagación de la variante Delta de Covid-19, que en varios países ha repercutido en artículos agotados más de lo normal y que los tiempos de espera para las entregas a domicilio sean más largos, incluso en pedidos rutinarios, y en los propios países del sudeste asiático como Singapur.
El retail mundial observa como las tarifas de los contenedores se han quintuplicado debido a las interrupciones que la pandemia está causando en los puertos de todo el mundo. Además, el espacio en los contenedores ha sido difícil de conseguir y las importaciones se retrasan en puntos de origen, debido a la escasez de capacidad y en los puntos de recepción, debido a la lentitud de la distribución.
La falta de materias primas ha obligado el recorte y la ralentización de la producción en diversos sectores.
La crítica situación Los Ángeles y Long Beach
Los puertos hermanos situados al sur de California, en EE.UU., se han convertido en el ejemplo del colapso que se vive en la cadena de suministro a lo largo y ancho del mundo. Líneas navieras, trabajadores portuarios, camioneros, operadores de centros de almacenamiento, ferrocarriles y minoristas- se culpan unos a otros de los desequilibrios y, al mismo tiempo, todos luchan contra la escasez de trabajadores.
Los principales puertos de Asia y Europa llevan años operando las 24 horas del día, los siete días de la semana, mientras que los puertos de Los Ángeles y Long Beach (LA-LB), el complejo portuario más activo de Estados Unidos, cierran sus puertas durante horas la mayoría de los días y permanece cerrado los domingos, pese a los crecientes retrasos en los envíos y las cargas atrasadas.
La congestión no se solucionará hasta que todo el mundo dé un paso al frente y haga su parte.
Adicionalmente, se acercan las fiestas de fin de año occidental y las Chinas que habitualmente marca un período de cierta irregularidad en la producción, todo lo cual configura un escenario que mantendrá o aumentará los tiempos de cada proceso de importación.
Para Chile la realidad no es distinta, cada día vemos cómo los faltantes de inventario afectan el normal desarrollo de distintas actividades y los precios siguen en una escalada ascendente. Los importadores que siguen a la espera de que bajen los precios de fletes van a tener mayores dificultades en los próximos meses si no toman posición definiendo con prontitud su importación.
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